Castilla de Cortázar: La mujer aporta a la humanidad su peculiar modo de ver y hacer las cosas

La académica de la RADE intervino en el VI Congreso Nacional de Educadores Católicos de la Fundación Educatio Servanda

Castilla de Cortázar: La mujer aporta a la humanidad su peculiar modo de ver y hacer las cosas

“La mujer aporta a la humanidad algo específico que solo ella puede dar: su peculiar modo de ver y hacer las cosas, incluso de descubrir aspectos de la realidad que sólo ella puede ver”, afirmó la doctora Blanca Castilla de Cortázar, miembro de número de la Real Academia de Doctores de España (RADE), durante su intervención en el VI Congreso Nacional de Educadores Católicos de la Fundación Educatio Servanda, bajo el lema “La mujer a contracorriente, un baluarte de la educación”.

Un mundo hecho solo por los varones estaría incompleto, excesivamente jerarquizado y a la postre sería inhumano, señala Castilla de Cortázar en su ponencia ¿Quién es la mujer? el genio femenino. “Lo mismo si estuviera hecho solo por mujeres, sería demasiado complicado y reiterativo, porque solo si hay varón y mujer, la humanidad es completa. Y no solo en el actuar externo sino en el desarrollo de la propia personalidad de cada uno. Hay potencialidades en la mujer que sólo pueden desarrollarse en ella gracias a los hombres de su vida: su padre, sus hermanos varones, sus amigos, sus compañeros y colegas,... Y hay potencialidades en los varones que solo pueden florecer gracias a la influencia de las mujeres de su vida empezando por su madre. Hay una especie de mutuo engendramiento en el desarrollo de la personalidad, aunque luego los valores cristalicen en cada uno de modo diferente”.

Evidencia olvidada

Para la ponente, la condición sexuada de la persona, “la diferencia entre varón y mujer se ha dado siempre por supuesta y apenas hay reflexión sobre ella: se trata de una evidencia olvidada”, como ya argumentaron Ortega y Gasset frente a Husserl, y Derrida respecto a Heidegger, y, como confiesa Julián Marías, hasta su libro Antropología metafísica no encontró en ningún otro un tratamiento de la condición sexuada insertado en un contexto sistemático.

Esa diferencia, ser varón o ser mujer, como indica Karol Wojtyla, el autor que más a fondo ha pensado esta cuestión en opinión de Castilla de Cortázar, “es una dimensión constitutiva de la persona y no solo un ‘atributo personal’". Esta afirmación se explica, sobre todo, en la dimensión relacional. “Cada persona para amar es apertura de sí misma, pero se puede abrir de un modo diferente y complementario, esto es lo que parece que ocurre entre el varón y la mujer. Ser mujer, por tanto, sería un quien personal, un alguien que se abre al varón, a los demás y al mundo de un modo peculiar en su sentir, su inteligir y su donar”.

Que esa diferencia relacional esté anclada en el mismo núcleo personal explica, prosigue la ponente, “la transversalidad de la diferencia sexuada que se manifestada en todas las dimensiones humanas: cuerpo, sentimientos, espíritu, hasta estar presente en cada célula de nuestro cuerpo”. “El varón se abre a los demás hacia fuera y la mujer hacia dentro. En este sentido, el modo de procrear, aunque indudablemente no es el único ni el más importante modo de amar, presenta de una manera plástica lo que quiero decir. El varón, al darse, sale de sí mismo. Saliendo de él, se entrega a la mujer y se queda en ella. La mujer se da, pero sin salir de ella. Es apertura, pero acogiendo en ella. Su modo de darse es distinto al del varón y a la vez complementario, pues acoge al varón y a su amor. Sin la mujer el varón no tendría donde ir. Sin el varón la mujer no tendría a quién acoger: seria como una casa vacía. La mujer acoge el fruto de la aportación de los dos y lo guarda hasta que germine y se desarrolle. Todo este proceso, aunque él es también protagonista, se realiza fuera del varón”, añade la académica de la RADE.

La diferencia no rompe la igualdad

Esta diferencia de la condición sexuada apoyándose en la dimensión constitutiva de apertura que la persona tiene, continúa, “se podría catalogar como dos modos de ser persona la persona femenina y la persona masculina, terminología que comenzó a utilizar por primera vez Julián Marías. Y se podrían clasificar filosóficamente como dos transcendentales antropológicos. Se trataría de transcendentales disyuntos que marcan la diferencia dentro del ser persona, porque la persona únicamente ser puede ser o varón o mujer. La diferencia sexual humana se trataría, entonces, de una diferencia en el mismo interior del ser. Y teniendo en cuenta que el ser humano es personal, sería una diferencia en el seno mismo de la persona. En efecto, lo distinto a la persona, en su mismo nivel, tiene que tener el mismo rango, no puede ser, por tanto, sino otra persona. Afirmar que la diferencia varón-mujer es una diferencia en la persona supone haber anclado la diferencia definitivamente en la igualdad. Varón y mujer, cada uno es persona. Tienen la misma categoría: la diferencia entre ellos posee el mismo rango ontológico. La diferencia no rompe la igualdad”.

Finalmente, al preguntarse quién es la mujer, Castilla de Cortázar responde: “Un tipo de persona humana, que se abre al mundo y al otro de un modo peculiar, desde dentro, y esa peculiaridad sólo se puede describir con una preposición: la preposición EN frente al varón que se abre hacia fuera, desde sí hacia el otro y se puede describir con la preposición: DESDE”.