España y Europa necesitan una norma basada en datos científicos para regular la fractura hidráulica

La RADE organizó el Foro de Encuentro “Miedo al fracking, ¿por qué?, con la intervención de expertos partidarios y detractores de esta técnica

España y Europa necesitan una norma basada en datos científicos para regular la fractura hidráulica

España, como el conjunto de la Unión Europea, necesita una norma que regule la fracturación hidráulica basada en datos científicos objetivos y cuantificables, que confirmen o desmientan afirmaciones que se dan por hechas y superen la controversia argumental que enfrenta a detractores y defensores de esta técnica, también conocida como fracking. Esta es la conclusión aportada por el Foro de Encuentro “Miedo al fracking, ¿por qué?, organizado por la Real Academia de Doctores de España (RADE).

Actuaron como ponentes José Luis Díaz Fernández, de la Sección de Ingeniería de la RADE, y Julio Barea Luchana, responsable de campaña de cambio climático y energía de Greenpeace, moderados por Arturo Romero Salvador, de la Sección de Ciencias Experimentales. Junto a miembros de la academia, asistieron a la convocatoria expertos en los campos relacionados con el tema, que entablaron un debate en cuyo fondo se sitúan posiciones favorables y opuestas a continuar utilizando hidrocarburos como fuente energética.

La Unión Europea, dividida

Después de que presentara el acto el presidente de la RADE, Jesús Álvarez Fernández-Represa, el moderador introdujo el tema. Europa, que tiene una gran dependencia exterior del gas natural y es pionera en la reducción del CO2, está dividida respecto a la fracturación hidráulica, dijo Romero. Consultados por la Unión Europea sobre si iban a dar licencias para aplicar esta técnica en sus países, 11 gobiernos dijeron que sí y 17 que no. El moderador explicó la diferencia entre el fracking y otras técnicas y que el agua que se inyecta a presión para romper las rocas que contienen gas o petróleo está mezclada con arena y reactivos químicos. Enumeró también algunos problemas derivados de esta práctica: se consume una gran cantidad de agua que se retrae de otros usos, el agua que se recupera está contaminada, durante la operación se puede liberar gas metano que tiene mayor efecto invernado que el CO2, se pueden contaminar acuíferos subterráneos y, finalmente, el esfuerzo investigador para desarrollar esta técnica no se aplica a otras actividades.

A favor de la fractura hidráulica habló José Luis Díaz Fernández, doctor ingeniero de minas, licenciado en veterinaria, catedrático emérito de varias universidades y académico, que ha desempeñado altos cargos en compañías como Entasa, Petroliber, Enpetrol, CLH, Repsol, Enher, Endesa, Hunosa, Butano, Eniepsa, Hispanoil y Enagas, e, incluso, en la administración pública, como Director General de la Energía del Ministerio de Industria.

El agua inyectada en el fracking contiene solo un 0,1 por ciento de productos químicos, precisó el ponente, quien admitió que el futuro se orienta hacia las energías renovables, pero mantuvo que hoy estás fuentes no están maduras. Respecto a la posible contaminación de los acuíferos, afirmó que las aguas subterráneas son un problema para los sondeos, por lo que siempre se ha recurrido a sellarlos para que no dificulten los trabajos de extracción. En los Estados Unidos, continuó, se fracturan 35.000 pozos al año, un 30 por ciento de la producción de gas se consigue con esta técnica y no ha habido un solo caso de contaminación de acuíferos.

Movilización social

Julio Barea, doctor en Ciencias Geológicas y portavoz de Greenpeace, aseguró que su organización da por seguros los impactos negativos de la fractura hidráulica. Dijo que cada vez llegan más informes de los Estados Unidos que lo corroboran y hay más estados norteamericanos que plantean moratorias a su utilización. “El fracking no tiene futuro en España —proclamó— a pesar de los apoyos gubernamentales”. En esa línea, añadió que el ministro de Industria acaba de anunciar que la ley de hidrocarburos preverá compensaciones a los propietarios de las tierras afectadas, lo que supone introducir un argumento ajeno al debate para contrarrestar la oposición ciudadana.

Desde 2011 se ha generado una importante movilización social e institucional contra el fracking que ha ido por delate de los movimientos ecologistas, según Barea. Se han creado decenas de plataformas ciudadanas y asociaciones por todo el país, con el apoyo de catedráticos, científicos, agricultores, ganaderos, sindicatos, instituciones y ciudadanía en general. Varias provincias españolas y más de 400 municipios se han declarado libres de fracking. Seis comunidades autónomas han legislado para protegerse de la fractura hidráulica: Andalucía, Cataluña, La Rioja, Navarra, Cantabria y Asturias. Euskadi, donde estarían las mayores reservas de hidrocarburos explotables, está en proceso de legislar contra esta técnica. “Hace un año firmamos con 20 partidos políticos, en el Congreso de los Diputados, un compromiso de prohibir el fracking si llegan a gobernar”, agregó.

Barea resaltó que existen alternativas tecnológicas que son más baratas que las energías convencionales, y que hay agencias internacionales que piden que se desinvierta en energías sucias para hacerlo con las limpias. Aseguró que España es un país de gran potencial energético en fuentes renovables, y propuso dejar bajo tierra las tres cuartas partes de las reservas de hidrocarburos.

Desinformación generalizada

En el turno de los asistentes, José Antonio Sáez de Santamaría, ingeniero geólogo, con 37 años de experiencia en el campo de la minería, manifestó que la fractura hidráulica no es una novedad en España, donde se ha utilizado en pozos convencionales. Es una técnica conocida y contrastada desde los años 50 del siglo pasado en la minería del petróleo y del carbón, que se practica diariamente por todo el mundo. El cambio introducido ahora no está en la propia técnica, sino en la posibilidad de dirigir los pozos por la roca madre generadora de gas y de petróleo mediante la fractura hidráulica, “pero este es un problema de desinformación generalizada que va contra la objetividad, la ciencia y la tecnología, y más en este país”, afirmó.

Según Sáez de Santamaría, en España consumimos 1,8 millones de barriles de petróleo diarios, es decir, seis litros por persona al día. “¿Cómo podemos renunciar a ellos sin que afecte a la economía nacional?”, exclamó antes de añadir que solo un 30 por ciento del petróleo se aplica a generar electricidad, el resto se usa en diferentes actividades habituales en nuestra sociedad: transporte, aviación, producción de alimentos, de fertilizantes… “En los próximos 30 años —concluyó— seguiremos consumiendo un 70 por ciento de gas, petróleo y carbón”.

A raíz de una pregunta del doctor Juan José Aragón a Sáez de Santamaría sobre un estudio publicado en Nature, según el cual la fractura hidráulica producirá la mitad de metano de la prevista por una agencia norteamericana, el experto se declaró en desacuerdo con que se vaya a generar mayor cantidad de metano, y señaló que con el gas de esquisto, también conocido como gas de pizarra o shale gas, se produce un cambio de paradigma. Los hidrocarburos, dijo, migran a la superficie con metano en todo tipo de pozos.

El especialista en explotaciones mineras agregó que los acuíferos son salados a 2.500 metros de profundidad. El problema actual de la oposición al fracking es que en la roca madre queda mucho gas y petróleo sin explotar, que cifró entre el 30 y el 70 por ciento, que ahora se podría extraer, “pero no nos dejan ni siquiera estudiar las posibilidades de explotación”.

Demostrar lo que se dice

El moderador, Arturo Romero, apuntó entonces que en Estados Unidos se está obligando a descontaminar el agua utilizada en el proceso de fracturación, que el problema del metano no está claro y que la tecnología utilizada se ha ido mejorando progresivamente. “En Europa —dijo— necesitamos una norma que obligue a hacer las cosas de una determinada manera, y mientras no tengamos esa norma tenemos un riesgo y hay que aplicar el principio de precaución”.

“Me llama la atención la oposición al fracking, cuando no veo datos objetivos que la respalden”, manifestó Gema Ortiz, doctora ingeniera de minas. “Barea ha dicho que tiene impactos perjudiciales, pero no veo datos objetivos cuantificables”, continuó diciendo la interviniente, que propuso investigar los riesgos potenciales para seguir avanzando después de cuestionar cosas que se dan por hechas. “A la sociedad se le vende que los acuíferos se contaminan, pero hay que demostrar esa realidad”, afirmó. Ortiz se mostró partidaria de escuchar a la sociedad, pero siempre que la opinión esté fundamentada en datos reales, y para eso es preciso que los científicos investiguen y difundan sus resultados. Abogó, como el moderador, por alcanzar una norma que regule esta técnica para aplicarla con seguridad, “pero siempre que nos aseguremos de lo que decimos, para bien o para mal”.