Mariano Salvador Maella, un interesante pintor del XVIII opacado por el genio de Goya

El académico Juan J. Luna disertó, en el Prado, sobre las pinturas y dibujos del artista valenciano en el ciclo “Las colecciones del museo”

Mariano Salvador Maella, un interesante pintor del XVIII opacado por el genio de Goya

“Mariano Salvador Maella fue un pintor interesante por muchos conceptos, gran trabajador, agradable, delicado, gran fresquista y autor de dibujos, de los que hay una buena colección en El Prado. Tuvo importancia para el siglo XVIII pero, como todos los pintores de esa época, vivió opacado por la figura de Goya”, según Juan J. Luna, conservador y director del Departamento de Pintura del Siglo XVIII del Museo del Prado y miembro de número de la Real Academia de Doctores de España (RADE), que ha impartido la conferencia “Mariano Salvador Maella en El Prado. Pinturas y dibujos”, dentro del ciclo “Las colecciones del museo”.

Maella, cuyo verdadero apellido familiar debió ser Sanchiz, como señaló el doctor Luna en su conferencia, nació en Valencia en 1739 y murió en Madrid en 1819. Su obra está dispersa en los muros de los palacios y residencia reales de la actual Comunidad de Madrid, en diversas iglesias y en colecciones particulares. Hizo mucha pintura de caballete, sobre todo de la familia real, cuyos cuadros están en el Prado. “Donde más brilla es en sus bocetos, que son presentaciones de lo que va a hacer en las bóvedas de los palacios, y son trabajos ricos, coloristas, centelleantes y luminosos”, indicó el doctor Luna.

Maella vino con su familia a Madrid, donde ingresó en la junta preparatoria para la creación de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Tras acabar sus estudios, marchó a Roma, donde estuvo unos seis años. A su vuelta a España, Anton Raphael Mengs le encargó pinturas para las colecciones reales, porque fue uno de los escogidos para hacer dibujos preparatorios y bocetos para decorar los palacios reales. Hizo muchísimos dibujos, pintura alegórico-mitológica y religiosa, retratos para la familia real y particulares, y escenas de guerra medieval y del mundo contemporáneo.

El Prado contaba con alrededor de un centenar de dibujos de Maella, hasta que en 2005 adquirió su cuaderno de dibujos, su taccuino; un libro que el artista llevaba consigo y donde iba dibujando lo que veía, se le ocurría o le interesaba, como temas de Rafael, Miguel Ángel, etc. “Ese cuaderno le acompañó durante su vida y de él fue sacando ideas que había copiado o imaginado para sus obras —añade Luna—; y con su compra, la colección de dibujos del autor en el museo ha llegado hasta los dos centenares”.

Se le considera el mejor intérprete de la Inmaculada en el XVIII, de la que hizo una treintena de obras. Pintó frescos y lienzos para diversas iglesias madrileñas, y también para la catedral de Toledo y varias capillas de su ciudad natal. Fue un excelente profesor en la Real de Bellas Artes de San Fernando, en la que ocupó varios cargos hasta llegar a ser director general, como señaló el doctor Luna, que ha llevado cuadros de Maella por todo el mundo en diversas exposiciones. La obra de Maella aparece en ventas y subastas, apuntó, gracias a la labor de investigadores que han ayudado a descubrir su obra en el siglo XX, tras haber permanecido en el olvido durante el XIX.

Como coetáneo de Goya, su vida transcurrió en paralelo con la del genio aragonés. Con él compartió el nombramiento de primer pintor del rey, por parte de Carlos IV. Al igual que Goya, trabajó al servicio de José Bonaparte durante los años en que el hermano del emperador usurpó el trono español. Cuando Fernando VII regresó a España, represalió a patriotas, liberales, afrancesados y muchos otros. Maella no escapó, porque no estaba en condiciones, como hizo Goya que gozaba de mayores amparos, y murió en la miseria, “con una pensión por vía de limosna”, en expresión de Luna.

Aunque Maella pintó mucho por encargo de particulares, su clientela no la formaban las grandes familias de la aristocracia, que preferían a Goya. “De no haber existido el pintor de Fuendetodos, probablemente le hubieran encargado más cosas a Maella. Han tenido escuelas paralelas, con maestros parecidos. En alguna ocasión se ha adjudicado a Maella pinturas de Goya, pero el segundo destaca enseguida por su personalidad poderosa. Goya es un genio absoluto, un universo en sí mismo, mientras que Maella es un pintor interesante, pero secundario”, concluye Luna.