Ahorrar agua requiere mejorar las técnicas productivas de alimentos y consumidores concienciados

La ministra de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, clausuró la segunda sesión dedicada a la escasez de recursos hídricos

Ahorrar agua requiere mejorar las técnicas productivas de alimentos y consumidores concienciados

Dado que la agricultura es la mayor consumidora de agua, reducir el uso de este líquido para abastecer a una humanidad creciente requiere consumidores concienciados para adquirir alimentos que gasten menos agua en su producción y que los sectores productivos se esfuercen en incorporar mejores técnicas para reducir el gasto de este elemento, manifestó Alberto Garrido Pérez, Vicerrector de la Universidad Politécnica de Madrid, durante la sesión "El agua en el mundo de hoy", organizada por la Real Academia de Doctores de España (RADE). Al clausurar el acto, la ministra de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, se mostró segura de que el informe que prepara la RADE sobre esta materia "será una gran aportación al pacto nacional sobre el agua", que su departamento impulsa con la participación de todos los sectores implicados.

Al abrir la sesión, el Presidente de la RADE, Jesús Álvarez-Fernández Represa, señaló que el agua ha sido siempre un tema de especial predilección de la corporación que, actualmente, ha constituido un grupo de trabajo encargado de elaborar el informe citado por la ministra.

Manuel Ramón Llamas Madurga, Académico de Número de la Sección de Ciencias Experimentales y uno de los componentes del mencionado grupo de trabajo, introdujo la cuestión aclarando que vivimos en una época de incertidumbre sobre lo que pase en el futuro con el uso del agua. Según un investigador el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, en sus siglas inglesas), en 30 o 40 años la agricultura no va a necesitar agua. Producir un kilo de chuletón de Ávila, añadió Llamas, necesita 15.000 litros de agua; pero lo que el profesor del MIT mantiene es que se prodrá producir en un laboratorio con mejor calidad y sin necesidad de agua. "No sé hasta qué punto será realidad, pero los avances tecnológicos tienen mucha importancia; y debemos tener suficiente flexibilidad mental para estar atentos al cambio", terminó Llamas.

España, país de estrés hídrico recurrente

Jaime Lamo de Espinosa, Académico de Número de la Sección de Ingeniería, llamó la atención en abrir su intervención sobre algo que suele sorprender: no tenemos más agua que la que surgió en el planeta cuando se creó. "El problema es que, en términos de hectáreas por habitante de lo que llamamos agua azul va contrayendose progresivamente a medida que la población va creciendo". Solo un 2,5 o un 3 por ciento de los recursos del planeta es agua azul, que conocemos como agua dulce, la de ríos, lagos y subterránea. De ese agua, el 70 por ciento es hielo, mientras que de los 119.000 kilómetros cúbicos de precipitación mundial anual, unos 45.000 son agua azul, cuya distribución, usos y el peso del gasto agrario condicionan su aprovechamiento. España es uno de los países que sufren un estrés hídrico recurrente, agregó el ponente.

La agricultura, continuó Lamo de Espinosa, destina aproximadamente el 70 por ciento del agua a producir alimentos. Mientras que en la Europa mediterránea se reduce ese porcentajes, países que viven un proceso de crecimiento de población urbana, como China, India, Rusia o Pakistán, han cambiado sus patrones de vida y alimentación para imitar modelos occidentales que son grandes consumidores de agua. Hoy hay 324 millones de hectáreas de regadío, un 21 por ciento de la superficie agrícola del mundo, que producen un 40 por ciento de los recursos agrarios mundiales, "necesarios para garantizar la seguridad alimentaria".

La población mundial se ha multiplicado por cinco, la producción de cereales por diez y la riqueza general por veinte, prosiguió. Pero muchos expertos entienden que los 10.000 millones de habitantes son la barrera, el límite imposible de compensar con un nivel de recursos semejantes a los actuales. Hay 800 millones de desnutridos y otros tantos sin agua potable. La producción agraria sigue creciendo pero, cuando cae, los precios se disparan. Ese fue el fenómeno que, al igual que en el Motín de Esquilache, oculta la verdadera causa de la Primavera Árabe entre 2008 y 2011: una crisis de alimentos brutal, apuntó Lamo de Espinosa.

Evitar conflictos autonómicos por el agua

Según el ponente, "el cambio climático nos está afectando seriamente. Pueblos de media España se quedan sin agua potable, los acuíferos están secos. Todo esto no es nuevo, pero se ha agravado en los últimos años (...) Hay que abordar el problema de forma drástica. Afortunadamente, la agricultura no forma parte del problema, sino de la solución". Subrayó Lamo de Espinosa que todavía no hemos cumplido la directiva marco del agua de la Unión Europea, que se va a cambiar para añadir más exigencias. El principio de unidad de gestión de las cuencas hidrográficas españolas es, destacó, un modelo copiado a escala mundial y debemos ser capaces de conservarlo. "Debemos evitar que la mala aplicación de los artículos 148 y 149 de la Constitución, que regula las confederaciones en relación con las autonomías, dé origen a los conflictos actuales de autonomías que han hecho una apropiación de ciertos ríos que no les correspondería”.

España es el primer país de Europa y el noveno del mundo en hectáreas de riego, con 3,6 millones, y el segundo en riego de precisión tecnológica. Cuando murió Joaquín Costa había 80 grandes presas, y hoy tenemos por encima de 1.200. Su aportación media anual, por encima de 56.000 hectómetros cúbicos, está bien, precisó, pero no es suficiente. Sin embargo, hablar hoy de construir grandes presas parece que es resucitar fantasmas del pasado, “lo que hace imposible que pueda haber un análisis serio y riguroso sobre el asunto”. De ahí, aseguró Lamo de Espinosa, la necesidad de incluir el agua dentro de una gran política de Estado. Recordó que desde hace, al menos, veinte años viene pidiendo un gran pacto nacional del agua. De las soluciones más inteligentes que ha conocido citó la del ministro Josep Borrel, “que propuso la interconexión de cuencas, de manera que, según los momentos, las aguas irían en unas direcciones u otras. Muy ambicioso e inteligente programa. Pero no se ha llevado a la práctica. Lo que se ha conseguido es la concienciación de la necesidad de un pacto nacional del agua, que la ministra defendió el año pasado”. Concluyó diciendo que invertimos un 0,11 del PIB para garantizar el riego agrícola, mientras que Francia, Reino Unido o Alemania invierten un 0,25, y que la agricultura española será de riego o no será.

La producción de alimentos puede seguir creciendo

Alberto Garrido Pérez, Vicerrector de la Universidad Politécnica de Madrid, explicó que el comercio de agua virtual es el volumen de agua virtualmente transportado o intercambiado a través del comercio de productos o bienes. Producir cualquier bien necesita una cantidad de agua que, al intercambiar ese producto, transportamos virtualmente.

Producir un kilo de soja, que hoy es insustituible por su eficiencia, necesita 3.500 litros de agua, uno de trigo, unos mil litros; uno de arroz, más de mil, y un kilo de pollo, 4.300, porque hay que alimentar al animal con trigo, soja o harina de girasol. Ese agua puede ser azul, pero también de lluvia, agua verde. Entre el 60 y el 70 por ciento de la producción utiliza agua verde, y el otro tercio, azul.

Se preguntó Garrido si el comercio internacional es una vía para resolver la escasez de agua y tierra que afronta la humanidad, y cómo debe regularse ese comercio para reducir la necesidad de agua de la humanidad, puesto que la población aumenta y cambia sus hábitos alimenticios. Se prevé que hay que aumentar las calorías diarias, lo que obliga a incrementar el rendimiento de los cultivos un 80 por ciento. “Sostengo que la humanidad produce los alimentos que se demandan. Y, a medida que se demande más, se producirán más, porque existe una gran elasticidad de oferta a largo plazo y es posible aumentar la producción. Otra cosa son los impactos que se produzcan con ese aumento”.

En 2050, observó Garrido, la mitad de la humanidad vivirá en países sin suficiente agua y tierra para producir los alimentos que necesitan, y la única forma de resolverlo es el comercio de agua virtual, el comercio agrícola. Hoy, Suramérica produce la mayor parte del comercio del agua virtual, y sus principales compradores están en Asia y Europa.

El comercio internacional ahorra recursos hídricos

La huella hídrica, el volumen total de agua dulce consumido, alcanza una media por persona en todo el mundo de 1.400 metros cúbicos. En unos lugares es de 800 y en otros de 2.500. Pero, lo importante, según Garrido; es que de esas cantidades de agua el 70 por ciento se destina a producir alimentos, y en torno a la mitad de esa cifra se convierte en productos cárnicos, lo que significa mayor demanda de productos agrícolas para producir pollos, huevos, leche, cerdo, etc. El comercio, precisó, contribuye al ahorro de agua y, si prescindiéramos de él, la huella hídrica de la humanidad sería mucho mayor. El motivo es que el avance técnico ha introducido mejoras en lo rendimientos. Se estima que el comercio de materias primas permite ahorrar agua azul valorada en 2.400 millones de dólares anuales. No es una gran cantidad, pero significa que la eficiencia técnica asociada al comercio internacional supone ahorro de un recurso escaso. La cuestión es, puntualizó, si se puede seguir incrementando el comercio internacional para alimentar a una población en crecimiento aumentando la presión sobre los recursos de los países exportadores.

Según los analistas, continuó Garrido, el problema es que el agua no tiene un precio correcto, y hay que ponerlo. Pero si se hace así se puede internacional su escasez, que se incorporaría a los costes de producción. Actualmente, lo que se cobra por el agua son costes de gestión e infraestructuras en los países más avanzados. La OCDE ha renunciado a pedir que se aplique precio al agua, y ningún país ha denunciado a otro ante la Organización Mundial del Comercio por subvencionar la gestión del agua para respaldar la agricultura.

Para Garrido, la solución es que la información sobre el uso del agua se internalice en los distintos sectores productivos, para que se esfuercen en reducir su consumo con técnicas de ahorro y, a la vez, concienciar a los consumidores para que sus patrones de consumo sean más responsables. Ya en el coloquio, el ponente indicó que la dieta mediterránea consume un 20 por ciento menos que la americana, basada en más productos cárnicos. Salud y gasto de agua van de la mano, sentenció.

El agua, política de Estado

“La gestión del agua es uno de los asuntos cruciales de nuestro tiempo, más que nunca. De ella dependen objetivos tan importantes como la seguridad alimentaria, la sostenibilidad de nuestros ecosistemas y la adaptación al cambio climático. Por ello es importante que una institución de la capacidad investigadora de la RADE aborde estos temas”, afirmó la 
ministra Isabel García Tejerina.

Como Joaquín Costa, el Gobierno entiende que es su deber coadyuvar a que se extienda el riego a la mayor parte del territorio, por eso aprobó el año pasado doce planes hidrológicos de cuenca hasta 2021. Tras expresar que se necesita una política hidráulica de Estado, consensuada y sin politizaciones, añadió que el Gobierno está promoviendo un pacto nacional sobre el agua para cumplir los objetivos medioambientales, la satisfacción de la demanda, los compromisos con la UE y la estabilidad económico-financiera para el sistema del agua español.

Antes de clausurar la sesión, García Tejerina enumeró los cuatro ejes del pacto: la atención de los déficits hídricos con especial hincapié en las infraestructuras necesarias, el cumplimiento de los objetivos medioambientales de saneamiento, depuración y protección de espacios emblemáticos; los planes de gestión de los riesgos de inundación y las medidas de gobernanza del agua que exigen los compromisos adquiridos con la UE.