“Se acabó el tiempo en el que un banco, por ser tan grande, no pueda caer”, según el académico y catedrático Rafael Morales-Arce

“Se acabó el tiempo en el que un banco, por ser tan grande, no pueda caer”, según el académico y catedrático Rafael Morales-Arce

· En un entorno económico nada halagüeño y lleno de incertidumbres, hay que reinventar la banca para frenar el deterioro de su modelo de negocio, según el miembro de la Real Academia de Doctores de España
· “Estamos ante la asunción de urgentes procesos de fusión entre las entidades”, afirmó el también catedrático de Economía Financiera
· “Será necesario sanear los balances, mejorar el ratio de eficiencia y reducir la morosidad, además de la autocrítica del comportamiento de los directivos de algunas instituciones
· Al problema de la pérdida de imagen de la banca se suman el aumento de exigencias de regulación desde Bruselas, la influencia del entorno digital y la competencia de otras empresas financieras que invadirán más el sector

MADRID (30-01-17).- “Se acabó el tiempo en el que un banco, por ser tan grande, no pueda caer”, manifestó el doctor Rafael Morales-Arce, Académico de Número de la Sección de Ciencias Políticas y de la Economía, de la Real Academia de Doctores de España (RADE), y catedrático de Economía Financiera, en la sesión “Retos y desafíos para la banca: entre la mayor regulación y el nuevo modelo de negocio”.

Hay que reinventar la banca, afirmó el conferenciante, para añadir que “estamos ante la asunción de urgentes procesos de fusión entre las entidades” que, lo primero que harán, en su opinión, es la autocrítica del modelo de negocio, cuyo margen se va deteriorando, según los datos de los últimos ejercicios. Y se va a deteriorar más, prosiguió, cuando las denominadas fintech, sociedades financieras con soportes tecnológicos, que no están sujetas a las regulaciones y controles de la banca tradicional, invadan más el terreno de la actividad bancaria.

Según Morales-Arce, será necesario sanear los balances, mejorar el ratio de eficiencia y reducir la morosidad, al tiempo que aportaba una gran riqueza de datos. Y también “será necesaria una autocrítica del comportamiento de los directivos de algunas instituciones, que no han estado a la altura de lo que la tradición del sistema aconseja. Finalmente, se precisa una reflexión de todos los ciudadanos, si no queremos ser víctimas de comportamientos abusivos e intolerables como los que hasta ahora hemos soportado”.

El futuro de la banca se dibuja muy difícil. Además de la competencia creciente de las fintech, que pugnan por los segmentos más rentables del negocio bancario, el sistema crediticio ha registrado una perdida de imagen importante por las cláusulas suelo y, sobre todo, porque se han otorgado préstamos hipotecarios en cestas de divisas y se han repartido costes en la formalización de las hipotecas, lo que ha sido sancionado por las autoridades judiciales europeas,

A más regulación: más dificultades

Pero más significativo es, para el ponente, que la banca no solo está perdiendo imagen, sino que se está sujeta al aumento progresivo de exigencias de regulación desde Bruselas, que hacen más difícil el comportamiento razonables de estructuras y operaciones; y porque el entorno digital, que afecta al sector de manera sustancial, modificará la estructura de las operaciones, los medios y la competitividad, puesto que habrá otras empresas que tratarán de impulsar y participar en el sistema financiero ampliado que ahora se inicia.

A los problemas específicos del sector bancario se une un nada halagüeño entorno económico previsto para 2017, con un PIB que va a reducirse, según el Gobierno, de un 3,3 a un 2,6; el descenso de la inversión, de un 3,6 a un 2,9, que afectará a la productividad, y la disminución en la expansión del comercio exterior, de un 4,2 a un 3,7 por ciento. El empleo crecerá menos, un 2,3 por ciento, que en 2016, un 2,8. El IPC, negativo hasta ahora, estará entre un 1,7 y un 2, con el petróleo Brent que sube de 45 dólares a 60. Y Morales-Arce no cree que el déficit pública pase de un 45,6 a un 3,4, como prevé el Gobierno.

“Tenemos que prepararnos para un año en el que, si no cambian las circunstancias, será de mayor apelación al bolsillo del ciudadano”, dijo, puesto que los ingresos públicos, que en 2016 crecieron un 2 por ciento, aumentarán en tres décimas en 2017. Y, a pesar de que los impuestos sobre la producción se reducirán de un 4,1 a un 3,7, los de la renta y los directos tendrán una evolución de menos del 2,6 a un 4,2 por ciento.

Exceso de endeudamiento y de riesgo financiero

En el ámbito financiero, hay exceso de endeudamiento, tanto público como de empresas y familias, y existe un elevado riesgo financiero como consecuencia de las decisiones que tomen los mercados en relación con el Brexit, las elecciones en países europeos importantes y la actuación del nuevo Presidente de los Estados Unidos. Los tipos de interés, continuó, están en niveles muy bajos y van a continuar así, e incluso negativos, “pero desde la subida de un cuarto de punto en Estados Unidos, es previsible que ocurra igual en Europa, Y, por último, las cotizaciones bancarias están lastradas por la baja rentabilidad estructural”.

Con un ratio de deuda sobre el PIB del 102,8 por ciento, que el Tesoro coloque emisiones de activos financieros públicos a tipos negativos, “es como hacerse trampas en el solitario, porque sigue aumentando la deuda”, afirmó. Sobre este tipo de operaciones, Morales-Arce manifestó que “las emisiones de deuda a tipos de interés negativo sirven para rescatar empréstitos anteriores a tipos más altos; pero si se hacen para financiar gasto consuntivo, y no inversión, se reduce la productividad del conjunto de la economía. Y eso es algo que debe entender cualquier ciudadano al tomar decisiones respecto a las personas que gobiernen las instituciones financieras y políticas”.

El volumen del sistema crediticio a diciembre de 2016 alcanzó los casi cuatro billones de euros, que es cerca de cuatro veces el PIB de un año. Aumentó el peso del sector público, un 3,5 por ciento, mientras se redujo el del privado, menos 1,9; los recursos, depósitos y otros pasivos en las entidades disminuyeron un 0,1 por ciento, y el resto del pasivo bajo un 14, con una morosidad de un 9,2 por ciento. Eso significa que de los cuatro billones de activos, 400.000 millones no han vuelto a las instituciones ”y suponen un agujero en las cuentas del sistema”, salvo el 59,3 por ciento de esta cifra, que está cubierta por las provisiones.

De 2008 a 2016, la proporción de ahorro sobre la renta disponible de las familias se ha reducido de un 6,9 a un 1,8. En el primer año, el tipo de interés medio de los depósitos era de un 4,2 por ciento, y ha bajado al 0,1, lo que indica que la mayor parte de los ahorradores no tiene retribución o la tiene simbólica.

Demasiados activos improductivos

Al repasar los resultados de las pruebas de esfuerzo hechas a partir del 1 de enero de 2016, por la Autoridad Bancaria Europea, sobre 51 entidades financieras europeas, solo dos, una italiana y una irlandesa, cumplían los requisitos. Las seis españolas los cubren razonablemente, con un ratio que supera el 8,6, mayor que el 5,5 exigido, por lo que no necesitaban, de momento, ampliar de capital y podían pagar dividendos. “Pero hay importante retos para el regulador, porque la rentabilidad de la mayor parte de las entidades es baja, y hay un excesivo volumen de activos improductivos”, señaló el conferenciante. En todas las entidades bajaba el ratio del capital del sistema, lo que da pie para que, a partir de 2017, se implante un nuevo sistema de valoración de riesgos, el Basilea 4, que puede hacer aún más difícil la sostenibilidad de algunas instituciones.

En cuanto a las entidades menores, que también han hecho un ejercicio de transparencia que afecta a 131 bancos, de los que 14 son españoles, el resultado ha sido que la rentabilidad de los fondos propios llega a un 5,6, pero el coste de capital es de un 9, lo que las hace insostenibles, excepto que se sometan a una reestructuración total de oficinas, empleados y servicios, que será muy difícil en un momento en que los gobiernos son débiles para autorizar operaciones de reducción del tamaño.

Rescate bancario: sin techo conocido aún

En relación con el rescate bancario, Morales-Arce resaltó que, si se acepta la valoración oficial de los activos, como ha hecho el Tribunal de Cuentas, el coste representa 60.720 millones de euros, “algo distinto a lo que decía el ministro de Economía: que la crisis del sistema no iba a costar un céntimo a los españoles”. Al volver sobre el tema en el coloquio, subrayó que esa sería la cifra suelo, pero el techo aún no se sabe “porque incluso puede ser mayor de los 122.122 millones de euros comprometidos en el rescate, ya que el Fondo de Garantía de Depósitos tiene unos recursos de 1.200 millones en estos momentos, y poco se puede hacer con eso. Tendrá que ser, al final, el Estado el que tenga que soportar la operación”.

Durante el coloquio, Morales-Arce aseguró que las autoridades, una vez más, no están diciendo la realidad de la economía española. Se asegura que en 2017 vamos a practicar una política de ingresos públicos que limitan el gasto financiero del Estado a 118.000 millones de euros, pero la Seguridad Social va a gastar más de 140.000 millones, que no vienen de los ingresos del Estado, sino de las cotizaciones sociales, que no pasan de 120.000 millones de euros. Dado que el gasto en pensiones es de 140.000, la diferencia de 20.000 millones tendrá que retraerse de los 118.000, que son el techo de gasto del Estado. Sin embargo, no se está planteando ninguna reducción de costes de las Administraciones Públicas.