López Cachero propone cambiar el modelo de enseñanza superior y prestigiar la formación profesional

Modificar el sistema productivo en España no se consigue por una ley o un decreto; requiere tiempo y maduración, mantiene el académico de la RADE

López Cachero propone cambiar el modelo de enseñanza superior y prestigiar la formación profesional

“Manteniendo los niveles previos de manera razonable, respetando la libertad de las personas y potenciando la acción del sector público, y porqué no del privado, tenemos que cambiar el modelo de la enseñanza superior tradicional, prestigiando no menos la formación profesional”, afirmó Manuel López Cachero, miembro de número de la Real Academia de Doctores de España (RADE), durante su conferencia “La formación de capital humano: educación y competitividad”.

Durante el acto, que presidió el titular de la RADE, Jesús Álvarez Fernández-Represa, acompañado del tesorero, Leandro Cañibano, el ponente se mostró de acuerdo en que es indispensable cambiar el sistema productivo en España, y sustituir los métodos tradicionales por una economía con altos grados de I+D+i, con una excelente formación tecnológica, etc., etc. “Pero eso no se consigue de la noche a la mañana, ni por un decreto ni por una ley. Se consigue con tiempo, porque la formación requiere tiempo, y que se madure; no se puede improvisar”, añadió.

Decir que un graduado universitario debe formarse en tres o cinco años como cuestión previa es “un debate absurdo, una pérdida de tiempo y un fraude intelectual”. Otra cosa es que los contenidos básicos de una determinada formación deban ser unos concretos, “y eso requerirá el tiempo que sea necesario”, dijo.

Señaló que no se puede hablar de competitividad “si no nos planteamos claramente el problema de la obtención de un capital humano que sea tremendamente eficiente y susceptible de reconversión”, aunque aceptó que haya zonas donde la reconversión no es fácil o sea casi imposible, pero, en términos globales, “seguro que es factible a condición de que lo preparemos. Por eso la solución del problema no es posible a corto plazo”.

Eficiencia

Tras señalar que en la actualidad las empresas compiten a escala planetaria, y que los retos de la deslocalización y la movilidad requieren que se diversifique la oferta de bienes, productos y servicios y exigen una eficiencia creciente de las unidades de producción relacionada con el desarrollo de la tecnología, precisó que todo eso sitúa la competitividad en un lugar destacadísimo. Sin ella, aseguró López Cachero, no se puede hacer frente a la oferta creciente y a la eficiencia. “El problema es qué hacer para conseguirla. Es un tema que exige reflexión profunda, sobre todo económica, aunque no solo económica, pensada a medio y largo plazo; porque a corto no tiene solución. Eso significa tener visión de futuro, pero desde el presente”.

La formación que posea como fin el empleo tendrá que adaptarse a la necesidad productiva, según el conferenciante, quien basa su planteamiento en las tesis orteguianas que distinguen entre cultura, educación y profesión. Conseguimos la formación a través de la educación, que nos lleva al conocimiento y a la cultura, que son objetivos de carácter moral;“pero, hoy, la educación es un objetivo pragmático, guste o no. El desplazamiento de la mano de obra provocado por la revolución tecnológica lo pone de manifiesto: personas con titulaciones nominalmente convincentes se encuentran condenadas al fenómeno espantoso del paro”, agregó.

“Si no tenemos en cuenta que el proceso de formación tiene objetivos pragmáticos clarísimos, nos estaremos equivocando; por eso, pensar que las reformas de los sistemas educativos pueden resolver nuestros problemas a corto plazo, es un error. Insisto en que cada día que se pierde en esa tarea, nuestros hijos pierden siete días de sus vidas”, aseveró.

Según datos del último informe de la OCDE sobre educación, la mayor desigualdad formativa de la población adulta (de 25 a 64 años) entre España, los países de la OCDE y los de la Unión Europea (UE), está en la segunda etapa de la educación secundaria, que incluye bachillerato, ciclos formativos de grado medio, programas de cualificación profesional inicial y otras enseñanzas artísticas y de escuelas oficiales de idiomas. Mientras que un 22 por ciento de población adulta española posee estudios de ese nivel, en la OCDE llega a un 44 y en la UE a un 48 por ciento.

En ese segundo nivel de enseñanza, el porcentaje de población española con título de formación profesional es de un 8 por ciento, frente a casi un 34 por ciento en los países de la OCDE. Por el contrario, en España un 14 por ciento cuenta con formación general de segundo nivel, y en la OCDE se sobrepasa por poco el 12 por ciento. “Eso quiere decir que, en lo que a formación profesional concierne, España está tremendamente atrasada respecto a los países de la OCDE”, subrayó, antes de concluir que el 50 por ciento de los jóvenes españoles está desempleado por carecer de aptitudes y de posibilidades de trabajar, desde un punto de vista técnico.

Según los últimos datos publicados por la OCDE, en España ha obtenido título universitario el 53 por ciento de quienes iniciaron estos estudios, frente al 59 por ciento en la UE y el 60 en la OCDE. Aunque no existen nuevos datos publicados por la OCDE, en opinión del conferenciante, durante la etapa dura de la crisis económica el número de personas con título universitario se ha incrementado, “probablemente porque la crisis ha llevado a que la gente, en lugar de estar en el paro, ha permanecido en la universidad; y también gracias a Bolonia, porque como consecuencia de sus planes se han reducido los niveles de exigencia, aunque quisiera creer que es una exageración de las opiniones que he podido recoger” .

Durante su exposición, López Cachero discrepó abiertamente de que las generaciones jóvenes actuales sean las mejor formadas de la historia de España, para sentenciar que son, a lo sumo, las más tituladas.

Utilidad social

Es imprescindible, apuntó, abordar la cuestión laboral en relación con las variables del proceso de formación: la duración y calidad de la enseñanza recibida y la situación del mercado laboral, que se explican por sí mismas; y el entorno socioeconómico y la demografía. Se detuvo el ponente para poner énfasis en que “el entorno socioeconómico incluye los prejuicios y desprecio con que, en este país, muchas familias han tratado a quienes han ido a la formación profesional, porque, decían, no servían para otra cosa.

De vuelta a los datos de la OCDE, López Cachero describió cuatro situaciones en que se integran los jóvenes de 20 a 24 años en España: los que estudian, el 85 por ciento del total; los inactivos, que ni estudian ni han buscado trabajo, un 5 por ciento; los desempleados, un 7, y los empleados, un 4. En la OCDE, los porcentajes son: 86, 6, 3 y 5, y en la UE: 90, 3, 4 y 3. Es decir, que los desempleados en España alcanzan un 7 por ciento, que casi dobla el porcentaje de la OCDE y de Europa. “Este es el indicador gravísimo de la situación, que no tiene solución a corto plazo”, puntualizó.

Para atajar esta situación, además de que se establezca una jerarquía en la aplicación de los recursos y se acabe con los prejuicios del entorno socioeconómico, López Cachero consideró imprescindible abordar la formación, en todos sus niveles, pensando en su utilidad social y respetando los legítimos intereses individuales. “Un país con recursos escasos y necesidades apremiantes tiene que plantearse el tema políticamente incorrecto de jerarquizar en función de las necesidades sociales. ¿Quiere esto decir que hay que poner cupos? No. Hay que financiar todo lo que se pueda y a todo el mundo que lo necesite; y si para eso hay que hacer reformas fiscales, háganse”.

“Manteniendo los niveles previos de manera razonable, respetando la libertad de las personas y potenciando la acción del sector público, y porqué no del privado, tenemos que cambiar el modelo de la enseñanza superior tradicional, prestigiando no menos la formación profesional”, concluyó.