El doctor Anadón recomienda seguir investigando los riesgos de los insecticidas piretroides

El peligro por el uso de estos plaguicidas debe ser balanceado frente a otros beneficios relevantes, afirmó el nuevo miembro de la RADE

El doctor Anadón recomienda seguir investigando los riesgos de los insecticidas piretroides

Al pronunciar su discurso de ingreso en la Real Academia de Doctores de España (RADE), en la que ocupa la medalla número 40 de la sección de Veterinaria, el doctor Arturo Anadón Navarro ha expresado la necesidad de abordar nuevas investigaciones para evaluar los posibles efectos de los piretroides y para obtener mayor información sobre la exposición a estos productos, su metabolización, sus mecanismos de toxicidad y cualquier otra información implicada en su peligrosidad para la salud pública. El acto de toma de posesión del nuevo académico estuvo presidido por el titular de la RADE, doctor Jesús Álvarez Fernández-Represa.

Los piretroides son derivados sintéticos de los productos naturales denominados piretrinas, contenidos en las flores del género Chrysanthemum. Piretrinas y piretroides están considerados entre los insecticidas más seguros y más utilizados como productos fitosanitarios, zoosanitarios y como plaguicidas de uso doméstico; pero, no obstante, en la actualidad gracias a un mejor conocimiento de su toxicidad, están clasificados como agentes neurotóxicos, señaló el doctor Anadón Navarro en su discurso “Neurotoxicidad de insecticidas piretroides. Evaluación del riesgo”.

Los piretroides se emplean como insecticidas de uso fitosanitario en todo tipo de cultivos: algodón, árboles frutales, vid, cereales, café, tabaco, lúpulo, cítricos, semillas oleaginosas, patatas, soja, remolacha, hortalizas, plantas forestales y ornamentales; así como en zonas de almacenamiento de alimentos, principalmente cereales.

Aparte de su uso en agricultura, los piretroides son de gran importancia para el control de plagas de insectos en salud pública y salud animal. La Organización Mundial de la Salud ha recomendado su empleo para el control de vectores de enfermedades endémicas de gran importancia en salud pública: malaria, tripanosomiasis americana y mosca tse-tsé; o como agentes zoosanitarios contra moscas, tábanos y garrapatas, y agentes antiparasitarios externos en animales domésticos. En medicina humana se utilizan ampliamente contra la pediculosis, en forma de champú, crema, loción o aerosol, solos o en combinación.

En comparación con otras clases de plaguicidas, los piretroides tienen más baja toxicidad en mamíferos y excepcionalmente también en aves; pero, en cambio, son altamente tóxicos para los peces y algunos invertebrados acuáticos, por lo que su uso está restringido en el agua y sus proximidades.

En humanos, apuntó el recipiendario, se han descrito una amplia variedad de síntomas reversibles, entre los que se encuentran la parestesia facial, con sensación de quemazón, entumecimiento y picazón, así como irritación de piel mucosas y tracto respiratorio. La exposición del hombre a los piretroides puede ocurrir conjuntamente con otros agentes químicos medioambientales y farmacológicos, y es preciso considerar la posibilidad de que puedan compartir efectos tóxicos y mecanismos de acción comunes con otras sustancias químicamente o funcionalmente relacionadas.

A pesar de que actualmente los piretroides son los plaguicidas menos tóxicos, se han constatado efectos disruptores endocrinos, alteraciones en la función hepática, alteraciones respiratorias y, fundamentalmente, del sistema nervioso central y del periférico, advirtió el doctor Anadón Navarro. Sus mecanismos de toxicidad incluyen, además, la neurotoxicidad, el estrés oxidativo, la peroxidación lipídica y la alergia, entre otros. Existe un gran debate sobre los datos de toxicidad aguda de piretroides y los datos de efectos crónicos observados, y sobre si estos efectos se deben no solo a la exposición a estos productos, sino también a su mezcla con otros agentes neurotóxicos, aseguró el nuevo miembro de la RADE.

Es evidente “que los insecticidas piretroides fueron introducidos en el mercado como ‘productos completamente inofensivos que se asemejan a los compuestos naturales’, frase totalmente inadecuada y que ha perjudicado en su práctica de uso común, pues muchos usuarios los aplicaban a su discreción sin ajustarse al modo de empleo recomendado”, aseveró. Con el paso del tiempo, se inició el reconocimiento de que estar expuesto a ellos puede causar una lesión crónica, y aunque se necesitan mayores investigaciones, se recomienda que se apliquen en el medio ambiente doméstico solo en caso de absoluta necesidad, de forma controlada y con advertencias de uso precisas y siguiendo estrictamente las condiciones de empleo, advirtió.

Se cuestiona, agregó, si el aumento de exposición al polvo del hogar contaminado por piretroides u otros plaguicidas puede repercutir en las alergias cada vez más detectadas, que se consideran enfermedades medioambientales. Sin embargo, no existe un criterio uniforme sobre la concentración de piretroides en los hogares que puede afectar a la salud.

No hay duda, subrayó, “de que son necesarios estudios epidemiológicos controlados para aclarar los potenciales efectos crónicos de los piretroides”. Estudios en áreas geográficas deprimidas con poblaciones que necesitan piretroides para controlar el vector de la malaria, donde sufren también malnutrición y numerosas enfermedades infecciosas no son fiables para evaluar los efectos crónicos por exposición a piretroides. Por ello, los estudios epidemiológicos deben evaluarse en un escenario de caso por caso y exposición por exposición, añadió.

Anadón Navarro enfatizó que “el riesgo por el uso de piretroides debe ser balanceado frente a otros beneficios relevantes. En nuestro entorno, el uso de piretroides puede, en ocasiones, ser excesivo y fuera del empleo recomendado, pero la situación en países tropicales donde la malaria causa la muerte, al menos, a un millón de niños y se constatan de 300 a 500 millones de casos clínicos por año, los piretroides son un peaje básico para la salud pública”.

Dado que el hombre está expuesto ampliamente a los insecticidas piretroides, en el medioambiente, el trabajo y en hogares y residencias, el doctor Anadón Navarro recomienda, además de una mayor investigación sobre sus efectos: mejorar las condiciones de trabajo, las medidas higiénicas y la suplementación de antioxidantes a los trabajadores expuestos; hacer exámenes clínicos y de laboratorio periódicos a los trabajadores expuestos a piretroides, para detectar precozmente cualquier manifestación de anormalidad; restringir el uso ilimitado de insecticidas piretroides, especialmente en viviendas, y controlar su modo de empleo como compuestos fitosanitarios en agricultura.

Autoridad mundial

Al contestar el discurso de ingreso y destacar los méritos de su nuevo compañero de sección en la RADE, al que reconoce como autoridad mundial en tóxicos, el doctor Luis Mardones Sevilla llamó la atención sobre el peligro que representan todo tipo de sustancias tóxicas que, en algunos casos, están a salvo de estudios científicos por ser secreto militar, y propugnó, como reto ético para una sociedad científica como la RADE, que, desde su perspectiva cada vez más interdisciplinar, aborde los problemas que se derivan de la fabricación y utilización de estos productos.

Ilerdense de nacimiento, el doctor Arturo Anadón Navarro pertenece a una familia de gran tradición veterinaria. Director del Departamento de Toxicología y Farmacología de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense en la actualidad, su formación universitaria transcurrió en las universidades de Zaragoza y Complutense. En la última se licenció con la calificación de sobresaliente cum laude y premio extraordinario y, tres años después, se doctoró en Veterinaria, con sobresaliente cum laude.

Compaginando la investigación y la docencia, ingresó por oposición en el Cuerpo Nacional Veterinario del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Se trasladó a la Universidad de León, donde había conseguido una cátedra, y tras ejercer allí docencia e investigación, regresó a la Complutense, donde ganó la cátedra de Toxicología y Legislación Sanitaria. Además de impartir enseñanzas de grado y postgrado en su universidad, participa en programas de máster en otras universidades nacionales e internacionales.

Becado por distintas instituciones, ha investigado y realizado estancias formativas en reconocidos centros internacionales, como el IRI Research Institute, de Nueva York, y el Royal College of Surgeons, de Londres, entre otros.

Es y ha sido investigador principal de 46 proyectos de investigación con financiación pública autonómica, nacional y europea. Forma parte de la red de excelencia Consolider sobre alimentos funcionales para una nutrición personalizada, del Programa Estatal de Investigación Científica y Técnica de Excelencia. Ha publicado más de 240 trabajos de investigación en las revistas más prestigiosas de su especialidad, 350 contribuciones en congresos y reuniones, y más de 150 ponencias en foros nacionales e internacionales, y es autor o coautor de 140 capítulos en libros. Ha dirigido seis tesinas de licenciatura, 27 diplomas de estudios avanzados, un trabajo de fin de carrera y cinco de fin de máster y 32 tesis doctorales.

Es miembro de comisiones, comités científicos y sociedades científicas españolas e internacionales, así como de diferentes academias de dentro y fuera de España, entre las que figuran la Real Academia de Ciencias Veterinarias y la Real Academia Nacional de Farmacia.